El espacio escénico de SHANGHAI integra dos espacios, uno que contiene al otro.
El contenedor contenido.
Son espacios frontera, porque cada uno es sometido por el otro; uno “el interior”, el otro “el afuera”.
El espacio interior mantiene cierta pureza de blanco saturado. Es un espacio aparentemente estanco, si lo comparamos con el afuera, en permanente cambio y mutación.
El afuera es el emblemático “pachinko club”, saturado de neones, velocidad y sonidos saturados.
Un nodo dentro de otro nodo, a su vez insertos en la red global.
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